El empresario Gonzalo Ramos llegó hace dos años, cansado de las crisis locales; ahora gestiona varios locales, entre los que se cuentan los tradicionales Julivert Meu y el Quo Vadis
Dos de los restaurantes más emblemáticos de Barcelona están en manos de un grupo de socios liderado por el argentino Gonzalo Ramos. Ambos están en el corazón de la ciudad y han sido testigos del paso de figuras internacionales que van desde Joan Manuel Serrat a Luciano Pavarotti, Montserrat Caballé, José Sacristán, Manu Chao y Camarón de la Isla, entre otros. Se trata del Julivert Meu y el Quo Vadis. El grupo, además, tiene otros restaurantes y hasta un local de bubble tea.
Hace dos años, el santafesino Gonzalo Ramos decidió radicarse en Barcelona, ciudad a la que durante dos décadas visitó de manera permanente porque tenía amigos: “Uno de ellos, dedicado a la hotelería, me invitaba a instalarme, a hacer algo. Me dedicaba a negocios varios, tenía discoteca, restaurante, cervecería. Desde muy joven me busqué la vida, pero me harté de renegar, me cansé. Vino la pandemia y justo habíamos hecho una inversión importante en un restaurante. Me cansé de trabajar para pagar impuestos, vivir con la soga al cuello y no es justo para quien quiere solo una vida digna. La vida se nos va y no quiero esperar a que eso se arregle, porque cuando se arregla se me terminó la vida”, dice a LA NACION.
Solo en los dos locales que son una “insignia” de Barcelona, la inversión rondó los 800.000 euros. Fueron traspasos, ya que ambos estaban instalados. Junto a tres socios -uno, un “histórico” de la restauración catalana, Manuel Puch- tienen en la zona alta de la ciudad el Eixample, tres restaurantes y el bubble tea. “Montamos una sociedad, Firmat, hicimos el traspaso y a los dos o tres meses pudimos trabajar”, cuenta.
Ramos estaba esperando para abrir un local en Cadaqués y, mientras esperaba, se dedicaba a caminar por Barcelona. Iba por el Carrer del Bonsucces cuando vio un local “hermoso” que estaban “desmantelando”. Pidió permiso a la mujer que estaba allí para verlo: “Me enamoré, le dije que quería comprarlo, mantener la historia, la costumbre, los empleados. Creo que era lo único que ella quería escuchar. Hicimos la operación y así nos hicimos cargo de Julivert Meu”.
En español el nombre de esta taberna, “de las de toda la vida”, con espacio para 130 comensales, quiere decir “mi perejil”, pero el nombre no es en referencia al vegetal sino a una canción catalana con “doble sentido” muy antigua y tradicional.
Abierto en 1970 por la familia que lo vendió al argentino, tiene paredes de roca y tirantes de madera. “A medida que fui conociendo su historia, más me fui enamorando. En este lugar estuvieron, entre otros muchos, Salvador Dalí, Monserrat Caballé, Diego Maradona, Manu Chao, Camarón de la isla, Xavier Cugat y hace poco José Sacristán, quien festejó su cumpleaños y vino a cenar durante un mes porque actuaba cerca. Y, acá mismo, Serrat tocaba y cantaba cuando era muy joven”, describe Ramos.
Para comprarlo, asegura, solo le planteó a la dueña que era “un argentino emprendedor, con ganas, con convicción”. “No hay que andar con una guitarra acá, porque la guitarra no funciona”, subraya.
Ese restaurante trabaja “muy bien, con gente de la mañana a la noche, muchos turistas”. A los platos catalanes típicos de la carta original (en 2018 ganó el premio a la segunda mejor Crema Catalana en un concurso organizado por el Ayuntamiento), le sumaron paellas y tapas. Trabajan 26 personas, la mitad, argentinos.
La sociedad, hace poco, compró el restaurante del Gran Teatro El Liceo, sobre las ramblas de Barcelona. Quo Vadis tiene 70 años y se preparan para reinaugurarlo en breve. “Cerró antes de la pandemia porque también el dueño entendió que había cumplido un ciclo. Nos reunimos con él y nos autorizó a seguir con el nombre, lo que es muy importante porque es un clásico”, puntualiza Ramos.
El empresario subraya que hay “posibilidades” de hacer buenos negocios en la ciudad, pero advierte “no hay que confundir turismo con inmigrantes”. “Trabajo 12 horas todos los días, pero veo los resultados, se justifica. Hay previsibilidad para invertir, no es tirarse a la pileta. Venimos con el bagaje de haber recibido tantas trompadas que ahora eso sirve para entrar en las ligas mayores”.
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